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Hanging around the Chile Backpacker’s Hostel our first few days in Santiago was a great opportunity to delve headlong into the travel community.
Over dinner we chatted with Henry from Caracas, Venezuela. He shared several of the tales from his country.
He began, “we have a lot of scary stories,” a crooked smile crept across his lips. We began with the universal ones, with a local twist.
For starters, there’s El Coco, an entity which, as he explained, “anything you did as a kid, if your parents didn’t like it, even if it was that you do not clean up your room or don’t sleep, they would say ‘El Coco will get you.'”
“It’s kind of messed up, now that I think about it,” he sat back and pondered. It’s a curious concept that when a child cannot sleep, parents threaten them with an unknown, unseen, and indescribable monster lurking in the darkness. “Because that makes you sleep well!” we laughed.
La Sayona is the Venezuelan take on La Llorona. The form of a beautiful woman who lurks at night in a white dress; according to some it is a wedding gown to others it is a night gown. Like the Bolivian rendering of the story, she preys on unfaithful men, “the story is about cheating,” Henry explains.
He told the story of El Silbon with more detail and flourish:
A young man found his father in bed with the woman he loved (an interestingly common theme, as a similar dynamic appears in some renderings of La Sayona) and jealously burnt the house around them. With his last breath, the father cursed his son to carry his bones through eternity.
“But he always needs fresh bones,” so he roams los llanos, seeking to fill his bag. He moves silently, except for his whistling.
If the sound is nearby, he is wandering the planes at a distance. However, when the whistle is faint and distant, El Silbon is near at hand and closing in on fresh bones to fill his sack. It is thus that the bad son carries out his eternal curse.
One of the beauties of oral tradition is that stories are not static, they are adapted to each culture, each family, and each telling. Take La Sayona, for example. There is a lot in common with the Mexican story of La Llorona but instead of targeting children, it is men.
Many of the times people share their stories, they are of personal family lore; often about love. How grandparents fell in love on the banks of river Seine, first kisses.
I recall speaking with an RV repairman who became most emphatic when telling how his grandfather, at the age of 12, and his older brother (14) set off hitchhiking cross country during the great depression. These boys’ actions ripple through the family. He tells the stories to his sons and together they celebrate adventure. It has become a feature of identity and pride.
Story telling is not a science. So, whatever your stories, be they passed down, appropriated, roughly remembered, or entirely made up, the important feature is that they be told. Narratives shift across countries and generations and that is part of the beauty. A film which I enjoy very much which explores this topic is Big Fish.
As Sir Arthur Conan Doyle said,
“It has always seemed to me that so long as you produce your dramatic effect, accuracy of detail matters little. I have never striven for it and I have made some bad mistakes in consequence. What matter if I hold my readers?”
La hora del cuento: El Folklore Venezolano.
(Traducción por Henry Tovar)
Pasar nuestros primeros días en el Chile Backpakers Hostel de Santiago, nos dio la gran oportunidad de adentrarnos en la comunidad viajera local.
Durante la cena, pudimos charlar con Henry, de Caracas, Venezuela. Quien compartió con nosotras varias historias del folklore de su país.
Con una sonrisa torcida en sus labios, el empezó: “Tenemos una gran cantidad de historias de miedo”. Comenzamos con una historia bastante universal, pero con un toque local.
Para empezar, tenemos a “El Coco”, una entidad, que según explicó, “es algo con lo que tus padres podían asustarte si hacías lo que no le gustaba a ellos, algo como no limpiar tu cuarto, o irte muy tarde a dormir”, entonces ellos podían decir que “El coco te atraparía.”
“Es un poco perturbador ahora que lo pienso,” se recostó en la silla y reflexionó. Es un concepto curioso que cuando un niño no pueda dormir, sus padres lo intimiden con la presencia de un mostro desconocido, invisible e indescriptible que lo acecha en la oscuridad. “porque te ayuda a dormir bien” nos reímos.
La sayona es la versión Venezolana de “La Llorona.” La forma de una bella mujer que acecha en las noches luciendo un vestido blanco. Según algunos es un vestido de novia, y para otros es de gala. Al igual que la interpretación Boliviana, ella se alimenta de los hombres infieles. “La historia es acerca de la infidelidad,” explica Henry.
El nos conto la historia de “El Silbón” con más detalles: un joven encontró a su padre en la cama con la mujer que amaba (un tema interesantemente común, el cual se asemeja en algunas versiones de la sayona) y luego de los celos quemo la casa con ellos adentro, y con su último aliento, el padre maldijo a su hijo, haciéndolo arrastrar sus huesos para toda la eternidad.
“El siempre necesita huesos frescos” por lo que vaga por los llanos, buscando llenar su costal. Se mueve en silencio, excepto por su silbido. Si el silbido se escucha cerca de ti, significa que esta rondando el lugar a distancia. Pero si por lo contrario el silbido se escucha débil y distante, El silbón está muy cerca de ti, acercándose para tomar huesos frescos con los que llenar su bolsa. Es así como el mal hijo lleva su maldición eterna.
Una de las ventajas de la tradición oral es que las historias no son estáticas, por lo contrario se adaptan a cada cultura, familia y narración. Tomemos la sayona, por ejemplo. Tiene muchas cosas en común con la historia Mexicana de La Llorona, pero en vez de ir detrás de los niños, va detrás de los hombres infieles.
Muchas de las veces la gente comparte sus historias, que son de tradición familiar personal: a menudo sobre el amor. De cómo los abuelos se enamoraron a las orillas del rio Sena, los primeros besos… recuerdo hablar con un reparador de RV, que me conto muy enfáticamente como su abuelo, a la edad de 12 años, junto su hermano mayor (14 años) hicieron autostop cruzando el país durante la gran depresión. Las acciones de estos chicos se propagaron en la familia. El les cuenta la historia a sus hijos y juntos celebran la aventura. Esta historia se convirtió en un símbolo de identidad y orgullo para ellos.
Relatar historias no es una ciencia, así que, sean cuales sean sus historias, ya sean transmitidas de generación en generación, toscamente recordadas, o enteramente inventadas, lo importante en ellas es que son contadas, la narrativa cambia a alrededor de países y generaciones y eso es parte de su belleza. Una película que me gusta mucho y explora este tema es “Big Fish.”
Como dijo Sir Arthur Conan Doyle,
Siempre me ha parecido que, mientras siempre produzcas un efecto dramático, la precisión de detalle importa poco. Nunca he luchado por conseguirla y he cometido algunos errores en consecuencia, pero que importa si mantengo mis lectores interesados?
Comments (2)
It was awesome to meet you!
best regards.
Henry.
PD: I keep an eye on the Journey.
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