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Santiago, Chile is about 2 button clicks of convenience behind major US cities.
There are a couple extra oprimas scanning the chip in a credit card, and in some homes, you must switch on the water heater before a shower. Also, you can’t ride the bus without having your BIP card preprogrammed.
Cities around the world become ever more alike. History and modernity contrast in architecture, language, and culture. They share the trend of city life moving ever further from life beyond the daily commute. To me, cities are defined most by their people.
Santiago does happen to be situated ideally in a location from which one can take a day trip to the beach and surf, or up into the Andes – which shoot skyward just outside city limits – to explore the many hiking and biking trails.
These first two weeks in the country, as we lay plans and sort logistics, have given Lauren and me a taste of city life. We break up the work to meander past street vendors among a maze of towering glass buildings. Buses rumble past, a dozen a minute, along the base of old fortifications.
I’m realizing my memories as a child were mostly centered around sweets and etiquette, and how much I have held onto the former and abdicated the latter due to laziness. For example, I’m reminded of the acts of pouring a drink into a nice glass for dinner or using placemats and china.
From the moment we arrived our host, Cris, embodied South American generosity. He came to pick us up at the hostel and carted our stuff up to the apartment. Then, standing in front of his refrigerator, he went shelf by shelf listing all contents which might interest us. He comes up with activities tailored to our interests; mostly, climbing things and eating things. He hosted a parrilla and all the guests spoke to us in English and amongst themselves in the rapid and abridged Chilean Spanish. These are the modern people of Chile. They listen to the same music, enjoy the same sports, know internet lingo, and dress well.
Even outside of the incredible network in which we have found ourselves (thank you Fafay!), we have experienced kindness and patience of people as we fumble with their language and daily routines. At the grocery store the person in line behind us noticed my confusion with the credit card machine and volunteering information in English, explained why we had to answer as to how many forms of payment we planned to remit. A lady at the bus stop explained that we needed to have purchased the BIP card (the only way to pay for a ride) downtown, where we were trying to go. She then hustled us on to the bus without our paying. I watched men give up their seats to women without a second thought or expectation.
There is a different sense of personal space here. For example, the traditional greeting of making a kissing sound cheek to cheek upon meeting a new person. Or, during the parrilla, how 4 of us crowded onto the large puff (beanbag). I was enamored with their comfort, feeling like a child re-learning boundaries.
It challenges my protestant upbringing. The only place I have ever experienced such closeness in contact in the United States is among my own family or, beyond that, at the Colorado regional Burning Man, Apogaea. It has recalled me to the struggles of adjusting back to American standards of space when we returned to the United States when I was a youngling-teen, which is an awkward time anyway – not to mention the judgments leveled when you come to school and try to kiss everyone hello.
Privacy and intimacy are different here as well. Public Displays of Affection are everywhere. “Pololeando” is the act of dating, and active they are! It’s unavoidable to find yourself watching people french kissing during a meal or dodging a couple who suddenly deviate from walking hand in hand to press themselves against a glass store front. They don’t hold hands, they entwine themselves. This is not just the young people either.
“We have to be secret about it,” one woman explained. I struggled to understand how macking on a busy street is secretive, but they explained that, living in a heavily Catholic society, families are close and children often live with parents until they are wed. Cohabitation is frowned upon; so, they have nowhere to go.
Who cares what everyone else on the street thinks, the only thing which matters is what the family sees and judges.
Santiago, Chile: cortesia y espacio personal
Traduccion por Henry Tovar
Santiago de Chile está a dos pasos de conveniencia detrás de las principales ciudades de Estados Unidos.
Hay un par de oprimas adicionales que escanean el chip en una tarjeta de credito, y en algunos hogares se debe encender el calentador de agua antes de tomar una ducha. Además, no se puede viajar en autobus sin tener una tarjeta BIP preprogramada.
Las ciudades alrededor del mundo son cada vez mas parecidas entre sí, historia y modernidad contrastan con la arquitectura, el lenguaje y la cultura. Comparten las tendencias de la vida en la ciudad, moviendo incluso mas allá de la vida, mas allá de la rutina. Para mi una ciudad se define por su gente.
Santiago esta situada idealmente en un lugar donde se puede tomar una excursión a la playa a surfear, o hacía arriba a los Andes, el cual se dispara a los cielos en las afueras de la ciudad, para explorar muchas mas excursiones y rutas de bicicleta.
Estas dos primeras semanas en el país, mientras ponemos en orden la logística y los planes, nosh an dado a lauren y a mi un sabor de la vida en la ciudad, rompemos con el trabajo para serpentear entre los vendedores ambulantes alrededor de un laberinto de edificios de cristal. Autobuses ruidosos pasando, una docena cada minuto, a lo largo de antiguas edificaciones.
Me estoy dando cuenta que mis recuerdos de niña se centran fundamentalmente en los dulces y la etiqueta, y lo mucho que he realizado los primeros y renunciado a el ultimo por la pereza. Por ejemplo, me acuerdo de como verter una bebida en un vaso para la cena o el uso de manteles y china.
Desde el momento en que llegamos, nuestro anfitrión, Cris, manifesto generosidad sudamericana. Nos recogió en el hostel y cargó nuestras cosas hasta el apartamento. Luego parado frente al refrigerador, revisó estanteria por estanteria pasando lista del contenido que nos podía interesar, se le ocurrieron actividades que tenían que ver con nuestros intereses, mas que todo cosas que tienen que ver con escalar y con comer. Fue el anfitrión de una parrillada y todos los invitados nos hablaron en inglés y entre ellos hablaron ese rapido y abreviado español Chileno. Estas son las personas modernas de Chile. Escuchan la misma música, disfrutan de los mismos deportes, conocen la jerga del internet y visten bien.
Incluso fuera de la increible red donde nos encontrabamos (gracias Fafay), hemos experimentado la bondad y la paciencia de la gente, entrando a tientas con su lenguaje y rutina diaria. En el supermercado la persona que estaba en la linea detrás de nosotras notó mi confusión con la maquina de la tarjeta de credito se ofrecio informacion en inglés, nos explico porque debiamos responder a cuantas formas de planeabamos hacer el pago. Una señora en la parada de autobus nos explico que teniamos que haber comprador la tarjeta BIP (la unica manera de pagar para montarse) hacia el centro, que era a donde queriamos ir. Luego nos ayudo a montarnos en el autobus sin pagar. Vi hombres que renuncian a sus
asientos a las mujeres sin pensarlo ni un Segundo.
Hay un sentido diferente del espacio personal aqui, por ejemplo, el saludo tradicional,de juntar mejilla con mejilla y hacer un sonido al besar a esta nueva persona que se conoce. O bien, durante la parilla, como 4 de nosotros nos sentamos juntos en un gran puff (mueble o asiento en forma de frijol). Estaba enamorada de su comodidad, sitiendome como un niña re-aprendiendo límites.
Desafia mi crianza protestante, el unico lugar donde he experimentado tal cercanía en los Estados Unidos es con mi propria familia, o mas allá de eso, en el hombre en llamas de Colorado (Colorado Regional Burning Man) apoagea. Me ha recordado a la lucha de re – ajustarme a los nuevos estandares de espacio cuando volvimos a Estados Unidos cuando era una joven adolescente, que es un momento difícil de todos modos – por no hablar de los juicios nivelados cuando se va a la escuela y se trata de saludar a todos con un beso.
La privacidad e intimidad son diferentes aqui también. Las Demostraciones publicas de afecto estan en todas partes. “Pololeando” es el acto de citas, y que activas que son! Es inevitable encontrate a ti mismo durante una comida mirando a dos personas besandose o esquivar una pareja que camina de la mano que de repente se desvian y se presionan junto a una pared de vidrio. Ellos no solo se toman de la mano. Si no que se entrelazan. Esto no solo pasa con la gente joven.
“Tenemos que ser secretros acerca de ello”. Explicó una mujer. Luche para entender como besarse en una calle concurrida es reservado, pero explicó que, viviendo en una sociedad fuertemente católica, las familias estan cerca, y los niños a menudo viven con sus padres hasta que se casan. La cohabitacion es mal vista, por lo tanto no tienen a donde ir.
A quien le importa lo que piensen los demás en la calle, lo unico que importa es lo que ve y juzga la familia.