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For the first time since Puerto Natales, when we were at Erratic Rock and had access to their awesome VHS collection, Neon and I were able to engage in the time honored thru-hiker tradition of vegging out. We happened to land in Lago Verde during Harry Potter week and got to watch the first two movies (extended edition!). Ron’s voice is even more annoying in Spanish.
We splurged to stay indoors while downloading upcoming routes and uploading routes we’d already hiked to contribute to Jan’s Greater Patagonian Trail effort. This meant standing down the droves of children who flocked to the library computers after school. The young librarian appeared to be related to a number of the kids who crowded around the monitors, and she seemed unperturbed by the cacophony as they mimicked booty shaking dance videos on repeat or yelled “die die die,” at the video games.
Combine that background noise with the frustration of figuring out how to download routes in a public setting, on a foreign keyboard, and we were doubly grateful to be staying at the peaceful Hospedaje Rio Turbio. A comfortable, large house with fruit trees in the back yard and managed by a lovely family, it was the respite we sought.
Sitting with the matriarch, Adriana, as she peeled apples to make empanadas to sell, she shared some of her story. “Neither my husband nor I went to college. Isn’t that always the goal of a parent, to give your kids a better life than yours, that they don’t have to work more than you, that they do not get treated like trash.”
Mother of two daughters, high school and college age, and one young son, she stops peeling for a moment when we talked about the cost of educating all three, “in what world is a son more important than daughters? I want them all to be able to earn.” The Chilean system of higher education, well, suffice it to say, the U.S. is not the only country to make it a significant financial burden.
I saw purpose and hope in Gonzalo, their youngest. Our first interaction was when he picked two apples and brought them to Neon and I as we sat in the garden, picking our feet doing the gross stuff that hikers do. He handed them to me and earnestly explained, “one apple for each of you,” before scampering away. He quickly warmed up during our time there and was eager to practice his English. He went a long way to restore my faith in the kids of that town.
At this point in the season, the weight of what we are undertaking has settled in, becoming familiar with our limits. This brings the need for self-care to the forefront. This is difficult for me to admit. It’s difficult for me to feel like just being there is enough. I do not have quite the energy to engage with every individual. Now, when I do, sometimes we just sit together. Less need for words, which is good, because, while I came down here confident in my Spanish, with each passing encounter I realize how little I actually know.
Another peculiarity about this town was how casual everyone was about the forest fire. The smoke moved in and out of the valley throughout the day. I opted to go check in at the police station before we left town, as our route went directly past where the smoke was coming from. The friendly police officer took down our information and asked for my What’s App number.
Walking the minor roads out of town, we passed alongside the smoking hillside. The ambulance and emergency vehicles we passed just smiled and waved. We felt better once we had put a river between us and the small blaze.
The road climbed hot and steep into the mountains; the valley was thick with smoke and made breathing unpleasant. Crossing over the ridge, the air cleared noticeably, and the road petered out at the home of Coco and la Nena, so we stopped to gather information.
We walked away with names of the next (and last) homesteaders and a bag of freshly made empanadas. We made it about 5 minutes down the trail, basically far enough away that they couldn’t see us anymore, before plopping down in the shade beside a clear stream and devouring them.
In an earlier post, Emily had asked about Monkey Trees. There was a lovely one on their property. Alas, I learned too late in the season that the large nuts are edible!
La vida en Lago Verde
Traducción por Henry Tovar
Por primera vez desde Puerto Natales, cuando estábamos en la roca errática y teníamos acceso a su colección a su asombrosa colección de VHS. Neon y yo fuimos capaces de participar en el tiempo cumplido honrando la verdadera tradición senderista de relajarse. Pasó que aterrizamos en el Lago Verde durante la semana de Harry Potter y llegamos a ver las primeras dos películas (edición ampliada). La voz de Ron es incluso más molesta en español.
Nos tiramos a permanecer en el interior mientras descargábamos rutas próximas y subiendo rutas que ya hemos caminado para contribuir al gran esfuerzo de la caminata en la Patagonia de Jan. Esto significaba que se retiraban la masa de niños que acudieron a las computadoras de la biblioteca después de la escuela. la joven bibliotecaria parecía estar relacionada con un número de niños que se juntaban alrededor de los monitores, y parecía perturbada por la cacofonía al tiempo que imitaban el baile de mover el trasero de los videos en repetición o gritaban “muere, muere, muere”, en los videojuegos.
Combina ese ruido de fondo con la frustración de encontrar la manera de descargar las rutas en un lugar público, en un teclado extranjero, y estábamos doblemente agradecidos de estar en el tranquilo hospedaje Río Turbio. Una casa grande y cómoda, con árboles frutales en el patio trasero y está gestionado por una familia encantadora, que era el respiro que buscábamos.
Sentadas con la matriarca, Adriana, mientras pelaba manzanas para hacer empanadas para vender, compartió un poco de su historia. “ni mi marido ni yo fuimos a la universidad”. No es ese siempre el objetivo de un padre, dar a sus hijos una vida mejor que la suya, que no tengan que trabajar más que tu, que no sean tratados como basura”.
Madre de dos hijas, de edad de escuela secundaria y universidad, y un hijo joven, ella para de pelar por un momento cuando hablamos sobre el costo de educar a los tres, ” ¿en qué mundo un hijo es más importante que las hijas? Quiero que todos sean capaces de ganarse la vida”. “el sistema Chileno de educación superior, bien, basta con decir, Estados Unidos no es el único país capaz de hacer una carga financiera significativa.
Vi propósito y esperanza en Gonzalo, su hijo más joven. Nuestra primera interacción fue cuando recogió dos manzanas y nos las trajo a Neon y a mí, sentadas en el jardín, recogiendo nuestros pies y haciendo esas cosas asquerosas que hacemos los excursionistas. Me las entregó a mí y con seriedad explicó, “una manzana para cada una”. Antes de perderse en la distancia. Rápidamente calentó durante nuestra estancia allí para practicar su inglés. Recorrió un largo camino para restaurar mi fe en los niños de esa ciudad.
A estas alturas de la temporada, el peso de lo que estamos realizando se ha asentado en, familiarizarnos con nuestros límites. Esto trae la necesidad de auto cuidado a la vanguardia. Esto es difícil de admitir. Es difícil para mí sentir que solo estar allí no es suficiente. No tengo suficiente energía para comprometerme con cada individuo. Ahora, cuando lo hago, algunas veces solo nos sentamos juntos. Menos necesidad de palabras, lo cual es bueno, ya que, mientras que vine aquí abajo confiando en mi español, con cada encuentro que pasa me doy cuenta de lo poco que sé en realidad.
Otra peculiaridad de esta ciudad era cómo todo el mundo estaba casual con los incendios forestales. El humo mueve dentro y fuera del valle a lo largo del día. Opté por ir a ver en la estación de policía antes de salir de la ciudad, como nuestra ruta fue directamente allá donde el humo venia. El policía amigable llevó nuestra información y pidió mi número de whats´app.
Caminando por las carreteras secundarias, pasamos junto a la ladera de humo, la ambulancia y los vehículos de emergencia que pasamos solo sonreían y saludaban. Nos sentimos mejor luego de que pusimos un río entre nosotras y el pequeño incendio.
La carretera ascendía caliente y empinada en las montañas, el valle estaba lleno de humo y hace la respiración desagradable. Cruzando sobre el puente, el aire se aclaró notablemente, y el camino se agotó en la casa de Coco y la Nena, por lo que se detuvo para recoger información.
Nosotros fuimos con los nombres de los siguientes (y último) colonos y una bolsa de empanadas recién hechas. Lo hicimos unos 5 minutos por el sendero, básicamente lo suficientemente lejos que no nos podían ver nunca más, antes de dejarse caer en la sombra junto a un arroyo claro y devorarlos.
En un post anterior, Emily había preguntado por los arboles del mono. Había una preciosa en su propiedad. Por desgracia, he aprendido demasiado tarde en la temporada en que los grandes frutos secos son comestibles.
Comments (1)
I wonder if your experience will change now that you’ve passed the last homesteader.
It’s edifying to be able to sit with people of depth and character and not need words.