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With Dario’s insight and encouragement, we set out from Piuke Mapu, backtracking a couple kilometers then along backroads to Lago Cholila. While eating lunch, we watched a huge tractor haul a small truck across the river which flowed over the road. The folks involved in the operation seemed as amused by us sitting there as we were by them.
Camping on the edge of the lake, we listened as two Coipo rustle about in the reeds near our tent. They were there again in the morning as we broke camp and hiked on.
Our directions were, as we have become accustomed to, a picture of a map, hand drawings, and verbal instructions which include markers such as “turn at the black hose”, “go past the signs that say no passing”, “go around the big rock”, and wrapped up with “no hay donde perderse” [you can’t get lost].
Dario’s directions were on point, and he was honest about the challenge of it. I only fully appreciated that when he laughed as I asked about whether our feet might stay dry; “you think you can go into our mountains without sacrifice? Then you do not respect them enough.”
He was right, this particular route was pretty straight forward but as challenging as it was beautiful. When we know there isn’t a trail, we don’t spend time looking for one. This makes things more straightforward.
The minor dirt road ended where the burn area began; last year a forest fire swept across 60,000 hectares (148,263 acres) of land. Fire and timber issues down here are a matter I can’t even get started on in this update. Ludicrous at best, and the people know it. Conversations are starting.
From there, we followed foot prints in the ash to where they veered toward a lovely lake, and we turned to follow the creek bed. Being Autumn, the water was pretty low, which allowed us to travel along the banks. Walking on river rocks takes focus and doesn’t leave much chance for looking around, thus we enjoyed breaks immensely. The constant sound of running water drowns out any chance of conversation.
We passed a few campsites that the Cholila branch of Club Andino had made, which affirmed we were headed the right direction. We felt even more certain when we came upon the waterfall Dario had described.
By that evening, both our feet were soaking wet, and we made it to “Camp Blue Barrel” – an alpinist launching point to several of the surrounding peaks – just before dark. We collected wood and made a small fire to dry our shoes. We stayed up later than usual talking through what this hike was becoming, that is was bigger than us and how to meet the expectations of our sponsors and supporters. A thick blanket of stars twinkled through the tree tops, our breaths puffed in the darkness.
The next morning, we crossed over the pass and began dropping along the creek bed. Neon and her cat-like reflexes kept her feet dry. I achieved zen (wet socks) and plowed along. The creek fed into a larger stream at a juncture marked by a tiny strip of red tape tied to a bamboo cain.
By that evening, we came across signs of a faint trail which led us to a lovely and well-established campsite. There were several features under construction, and we again had a fire in an established ring.
The next day, the trail became ever clearer until it led to the shore of Lago Puelo where it became well-used and very clear. We rejoiced and trucked along through the thick trees. By that evening, we neared the desemboque, and our progress was slowed dramatically as we came across thickets of blackberries. We gorged and were giggly high on the natural sugars.
We camped beside the river that evening, on the fringe of a quiet, countryside community. Folks were friendly and kind, despite our purple stained mouths and hands. One cowboy gently warned us that the area ahead had been badly burnt. Having already passed through burn area and believing the trail would continue we did not worry. How hard could it be?
Right. . . ?
Cholila hacia la boca del Río
Traducción por Henry Tovar
Con la capacida y estimulo de Darío, nos dispusimos a partir a Piuke Mapu, retrocediendo un par de kilómetros a lo largo de carreteras secundarias y luego a Lago Cholila. Mientras comíamos el almuerzo, vimos un enorme tractor transportar un pequeño camión a través del río que fluía sobre la carretera. Las personas que participaban en la operación parecían divertirse por nosotros sentados allí, como les parecía que estábamos.
Acampando en la orilla del lago, escuchamos como dos coipo rosaban los juncos de nuestra tienda de campaña. Estaban allí de nuevo en la mañana mientras levantábamos el campamento y nos íbamos.
Nuestras instrucciones eran, como hemos acostumbrado a, la imagen de un mapa, dibujos a mano, y las instrucciones verbales que incluyen marcadores como “girar en la manguera negra”, “ir mas allá de las señales que dicen hay paso”, “dar vuelta a la gran roca”, y concluyendo con “no hay donde perderse”.
Las direcciones de Darío estaban a punto, el fue honesto sobre el desafío de la misma. Yo solamente aprecié cuando se rió mientras le pregunté si nuestros pies si quizás nuestros pies podían permanecer secos, “¿crees que pueden ir por nuestras montañas sin ningún sacrificio?”, entonces no las respetas lo suficiente.
Tenía razón, esta ruta en particular era bastante sencilla de seguir, pero demandante como hermosa.
Cuando supimos que no había un camino, no perdimos tiempo buscándolo. Esto hace las cosas mas directas.
El camino de tierra menor terminó donde empezó el área de la quemadura; el año pasado un incendio forestal arrasó con 60.000 hectáreas (148,263 acres) de tierra. Las cuestiones del fuego y la madera aquí abajo son cuestión que ni siquiera puedo empezar a hablar en esta actualización. Tonta, en el mejor de los casos, y la gente lo sabe. Las conversaciones están empezando.
A partir de ahí, seguimos huellas impresas en la ceniza que viraron hacia un hermoso lago, y nos dirigimos a seguir el lecho del arroyo. Siendo otoño, el agua estaba bastante baja, lo que nos permitió viajar a lo largo de los bancos. Caminando sobre piedras de río toman el foco y no dejan muchas posibilidades para mirar alrededor, por lo tanto, disfrutamos inmensamente de descansos. El sonido constante de agua corriente ahoga cualquier posibilidad de conversación.
Pasamos un par de campamentos que la rama Cholila del Club Andino había hecho, que afirmaron que nos dirigíamos a la dirección correcta. Nos sentimos aún más certeras cuando nos encontramos con la cascada que Darío había descrito.
Por la noche, nuestros pies estaban empapados, llegamos hasta “Campamento Barril Azul” – un punto de lanzamiento de alpinistas para varios de los picos de los alrededores – un poco antes de oscurecer.
Recogimos la madera e hicimos un pequeño fuego para secar nuestros zapatos. Nos quedamos hasta mas tarde de lo habitual hablando acerca de en lo que se estaba convirtiendo esta caminata, es decir era más grande que nosotras y de cómo satisfacer las expectativas de nuestros patrocinadores y colaboradores. Un espeso manto de estrellas centelleó a través de las copas de los árboles, nuestra respiración se hinchaban en la obscuridad.
La mañana siguiente, cruzamos por sobre el paso, y comenzamos a caer a lo largo del lecho del arroyo.
Neon y sus reflejos felinos mantienen sus pies secos. He logrado el zen (calcetines mojados) y arado a través de ello. El arroyo alimenta a una corriente más grande en una coyuntura marcada por una pequeña franja de la cinta roja atada a una rama de bambú.
Por la tarde, nos encontramos con señales de un débil rastro que nos llevó a un campamento precioso y bien establecido. Había varias características bajo construcción, y de nuevo hicimos una fogata en el círculo establecidos.
Al día siguiente, el sendero se hizo cada vez más claro hasta que dio lugar a la orilla del Lago Puelo, donde se convirtió en bien usado y muy claro. Nos regocijamos y transportamos a lo largo entre los arboles gruesos. Por la tarde, nos acercamos al desemboque, y nuestro avance se vio frenado drásticamente a medida que nos encontramos matorrales de mora. Nos encontramos voladas y risueñas con los azucares naturales.
Acampamos al lado del Río de la noche, en la periferia de una zona tranquila, comunidad rural. La gente era amable a pesar de nuestras bocas manchadas de color purpura y las manos también. Un vaquero nos advirtió que el área por delante había sido gravemente quemada. Después de haber pasado a través del área de la quemadura y creyendo en que el camino continuaría no nos preocupamos. ¿Qué tan difícil podía ser?
¿Cierto?
Comments (2)
YOU 2 ARE UNBELEIVABLELY SO STRONG, GOD BLESS YOU BOTH. I CAN’T EVER IMAGINE MYSELF WHAT YOU ARE DOING!
STAY SAFE AND BE STRONG LIKE YOU ARE
DONNA- NEW YORK
I love to read of your adventures and marvel at you courage and tenacity. Blessings