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Written by Fidgit
We paddled back to the islands the way we had come, to regroup and re-plan. Arriving to the northern end of Isla Colon, we strung our hammocks up along Starfish Beach just inside Boca del Drago. The other two went to to the small settlement in search of food, while I began the work of processing the disappointment of the past few days. I must say, I did not do a terribly good job. My emotions ebbed and flowed to the rhythm of the waves, until the sound of the water began to undercut the gnarl of disappointment and frustration and washed in a few rivulets of gentleness.
Neon and I then met at one of the two restaurants in the little community and, as I ate a solid meal, I began to feel less sullen. As I put words to the feelings of the past few days and felt them heard, things took meaning again.
At this establishment, we were generously attended by the owners, an older couple, and I could have hugged them when they brought out a Ginger Ale so cold that it perspired. Sleep that night was broken a few times due to, let’s call it, fluid loss.
The next morning, we packed up and again headed out toward the open seas. Due to the waves crashing against cliffs, the swells which I considered to be quite large, and the struggle to control my boat’s direction (heaped on top of a mounting dizziness), I called a retreat before we had even rounded the point. Still, we brought our boats together and spent a bit of time bobbing around, discussing. It served to calm my mind if not my GI tract.
We returned to Boca del Drago and again ended up at Yarisnori, the open little bungalow restaurant. It was a quiet day, and the owner’s grandchildren were there for summer break (in Panama it appears to be December – March). Back in Panama City, their mother juggled work and training for her next Ironman Triathlon. The kids stood by proudly as grandma told us about it, then padded away quietly. Minutes later, a brawl broke out between the two. Upon being broken up by grandma, it was then replayed in lurid detail by both parties simultaneously with full-on slow-motion re-enactments of the various transgressions of the opposing party.
The Proprietress returned to chatting with us. She pointed to the waves crashing just beyond the point, “el mar es demasiado alto,” she commented, “los pescadores ni salen en dias asi.” I wasn’t sure if she was saying this because of seeing our retreat or whether we were going about the time honored tradition of complaining about the weather.
She went on to explain it has been a strange season. Usually November through February are consistent and heavy rains; the islands count on it for fresh water reserves in the upcoming summer months. However, it had rained precious little in the past months. In fact, back in town, water restrictions were rumored to go into effect the next day so, naturally, all the vehicles were lined up at the car wash, and the neighborhood spigots were the center of much information sharing and gossip as jugs were filled and photos of the dried up reservoir made the rounds via WhatsApp.
“This is the worst drought in 7 years.”
“This is the worst drought EVER!”
“How can my son do business if he can’t wash his car?!”
“Hay un ojo de agaua en la isla.” (There is a fresh water spring inland on the island)
“I hear they are tapping the wells.”
“The government should have bought the desalination plant the US Army brought during the last drought.”
A few days later, I walked past one such spigot while it ran furiously into the dirt. A grandmother was gesturing at it in concern so I turned the llave to shut it off and a second later the water instead rushed out from a hole in the piping. The worry about the water entered the same realm as the concern about litter for me. I will do what I can knowing it pales in comparison to the need.
Back to the restaurant owner, a paraphrase:
The water beneath is acting as unpredictable as the water from above. This time of year the sea is usually warm but instead, it is cold. Very cold. And that is making the currents behave strangely and that is affecting the fish. This is also why the fishermen don’t dare to go out very far.
She went on to name and describe some sort of distant fish which had recently been hauled in with the nets and perplexed everyone.
I was later to learn that the Polar Vortexes which had swept through my own country had thrust on down into the Caribbean. Her relays both affirmed and frightened me. We retreated back to the town of Bocas and spent a week learning various rescues, proper paddling techniques, and working on rolling.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=OLg479La9Xc&w=560&h=315]
We had to step back from our ambition of northern progress and learn the basics.
The season was not yet quite right. We had come down in early February but this was still surf season. The seas would calm down in March, the locals said.
The odd weather patterns were pushing down from the north and making things “spicy” (as the Canadians say).
We were not ready for the sea, and she was not ready for us.
So, to build up boat time, experience, and to wait out the next front pushing through, we created a paddling route for fellow Trak kayakers to explore the tucked away treasures of the archipelago.
De vuelta a Bocas
Escrito por Fidgit
Traduccion por Fabiana
Remamos de regresamos a las islas por donde habíamos venido, para reagruparnos y volver a planificar. Al llegar al extremo norte de Isla Colón, tendimos nuestras hamacas a lo largo de la playa Estrella de Mar, justo dentro de Boca del Drago. Los otros dos fueron al pequeño asentamiento en busca de comida, mientras yo comencé el trabajo de procesar la decepción de los últimos días. Debo decir que no hice un trabajo terriblemente bueno. Mis emociones cayeron y fluyeron al ritmo de las olas, hasta que el sonido del agua comenzó a socavar el nudo de la decepción y la frustración y se lavó en unos cuantos riachuelos de gentileza.
Neon y yo nos encontramos en uno de los dos restaurantes de la pequeña comunidad y, mientras comía una comida sólida, empecé a sentirme menos malhumorada. Cuando puse palabras a los sentimientos de los últimos días y sentí que se escuchaban, las cosas volvieron a tener sentido.
En este establecimiento, fuimos atendidos generosamente por los propietarios, una pareja mayor, y podría haberlos abrazado cuando sacaron un Ginger Ale tan frío que transpiraba. El sueño esa noche fue interrumpido varias veces debido a, llamémoslo, pérdida de líquidos.
A la mañana siguiente, empacamos y de nuevo nos dirigimos hacia mar abierto. Debido a las olas que se estrellaron contra los acantilados, las marejadas que consideré bastante grandes y la lucha por controlar la dirección de mi bote (amontonada sobre un mareo creciente), llamé a un retiro antes de que hubiéramos redondeado el punto. Aún así, juntamos nuestros botes y pasamos un poco de tiempo dándonos vueltas, discutiendo. Sirvió para calmar mi mente o mejor dicho mi tracto gastrointestinal.
Regresamos a Boca del Drago y de nuevo terminamos en Yarisnori, el pequeño restaurante abierto de bungalows. Era un día tranquilo, y los nietos del dueño estaban allí para las vacaciones de verano (en Panamá parece ser de diciembre a marzo). En la ciudad de Panamá, la madre de los niños hacía malabarismos entre el trabajo y la capacitación para su próximo triatlón Ironman. Los niños se quedaron orgullosos cuando la abuela nos lo contó y luego se alejaron en silencio. Minutos más tarde, una pelea estalló entre los dos. Luego de ser interrumpida por la abuela, ambas partes lo repitieron con lujo de detalle, simultáneamente con recreaciones completas en cámara lenta de las diversas ofensas de la parte opuesta.
La propietaria volvió a conversar con nosotros. Señaló que las olas rompían más allá del punto, “el mar es demasiado alto”, comentó, “los pescadores ni salen en días así“. No estaba segura de si ella estaba diciendo esto por ver nuestra retirada o si fue por que nos quejabamos del clima.
Continuó explicando que ha sido una temporada extraña. Por lo general, de noviembre a febrero son lluvias constantes y fuertes; Las islas cuentan con ella para reservas de agua dulce en los próximos meses de verano. Sin embargo, había llovido muy poco en los últimos meses. De hecho, en el pueblo, se rumoreaba que las restricciones de agua entrarán en vigor al día siguiente, por lo que, naturalmente, todos los vehículos estaban alineados en el lavado de autos, y las grietas del vecindario eran el centro de mucha información y chismes cuando se llenaban las jarras. y las fotos del reservorio seco hicieron las rondas a través de WhatsApp.
“Ésta es la peor sequía en 7 años”
“Ésta es la peor sequía que hemos tenido ALGUNA VEZ”
“¿Cómo mi hijo puede funcionar su negocio si no puede lavar su carro?”
“Hay un ojo de agua en la isla”
“Escuche que estaban interviniendo los pozos”
“El gobierno ha debido de comprar la planta para desalinar el agua que trajo la armada de los EEUU durante la última sequia”
Unos días más tarde, pasé junto a un grifo mientras corría furiosamente por la tierra. Una abuela lo señaló con preocupación, así que giré la llave para apagarla y un segundo después, el agua salió corriendo de un agujero en la tubería. La preocupación por el agua entró en el mismo reino que la preocupación por la basura para mí. Haré lo que pueda sabiendo que se asemeja en comparación con la necesidad.
De vuelta al dueño del restaurante, una paráfrasis:
El agua de abajo está actuando tan impredecible como el agua de arriba. En esta época del año el mar suele ser cálido, pero en cambio, está frío. Muy frío. Y eso está haciendo que las corrientes se comporten de manera extraña y eso está afectando a los peces. Por eso también los pescadores no se atreven a salir muy lejos.
Luego nombró y describió una especie de pez distante que recientemente había sido arrastrado con las redes y los dejó a todos perplejos.
Fue luego que aprendí que los vórtices polares que habían barrido mi propio país se habían lanzado hacia el Caribe. Sus carrera de relevo ambas me afirmaron y me asustaron. Nos retiramos a la ciudad de Bocas y pasamos una semana aprendiendo varios rescates, técnicas de remo adecuadas y trabajando en el rodaje.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=OLg479La9Xc&w=560&h=315]
Tuvimos que alejarnos de nuestra ambición de progreso al norte y aprender lo básico.
La temporada aún no estaba del todo bien. Habíamos bajado a principios de febrero, pero todavía era temporada de surf. Los mares se calmarían en marzo, dijeron los locales.
Los patrones climáticos extraños empujaban hacia abajo desde el norte y hacían las cosas “picantes” (como dicen los canadienses).
No estábamos listos para el mar, y él no estaba listo para nosotros.
Por lo tanto, para aumentar el tiempo del bote, la experiencia y para esperar a que el próximo frente avance, creamos una ruta de remo para que los compañeros de kayak Trak exploren los tesoros escondidos del archipiélago.
Comments (1)
If you don’t experience regret and question yourself about why you continue to suffer when you could be with all the people who are living safe lives then it is not a true adventure. All real adventures force us to look hard at our alternatives. It is a right of passage. In the end it all be worth it, all the difficult moments will pass. It took immense courage to get this far and you are an example for others. Thanks for writing so honestly an passionately